INTRODUCCIÓN
La experiencia cotidiana nos indica que el sonido es un fenómeno que se produce por vibraciones de la materia.
Cuando golpeamos la membrana de un tambor, se generan en ella unas oscilaciones que se transmiten a las moléculas del aire, y que se propagan en él de forma análoga a como lo hacen las ondas longitudinales en un muelle o resorte.
Esto se debe a que las moléculas del aire, al oscilar en la misma dirección en que se propaga el sonido, producen unas zonas de compresión donde, de forma instantánea, se concretan un mayor número de partículas y unas zonas de dilatación en las que momentáneamente ese número es menor.
Esto da lugar, en definitiva, a la producción de un tipo de ondas longitudinales que, al llegar a nuestro oído, hacen que vibre la membrana del tímpano, vibración que se transforma en unos impulsos nerviosos que llegan al cerebro a través de los nervios auditivos, produciéndose así la sensación sonora.

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